Ahora, al bajar de aquella nube densa y blanca,
no siento mi pisada clara
sino ambigua entre los suelos
que administran pataleos,
cuando no revueltos miedos saltarines,
ocultando su delirio entre las piernas
que amenazan duelos, fiebres por las calles,
por las mismas que fundaran otros seres
con heridas implacables
en sus manos,
en sus frentes,
en cada bocanada de un oxígeno turbado
que aspiraran por lo oculto en la deriva semiarmada
entre la gente.
Ahora, excuso recordarlo y ponga pie aunque sea esquivo,
ponga pie meditabundo
en el suelo casi blanco
por las gotas de la nube y de las plantas
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